Camino Real Tierra Adentro

Por José Luis Navarro.

El Camino Real de Tierra Adentro (CRTA) fue una ruta comercial y cultural que unió la capital del Virreinato de Nueva España con el Norte de México desde principios del siglo XVI hasta el siglo XIX.  El Camino Real sirvió no sólo para actividades económicas sino como vehículo desarrollador de cultura.

En 2010 El Camino Real de Tierra Adentro, desde la Ciudad de México a Chihuahua, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ésta declaratoria inserta al Camino Real de Tierra Adentro (CRTA) en la categoría de Itinerarios Culturales Patrimonio de la Humanidad.

CRTA

Un poco de la Historia del Camino Real de Tierra Adentro

Época prehispánica y colonial.

Previo a la llegada de los conquistadores españoles, los mexicas no contaban con vehículos de ruedas ni animales de tiro por lo que el transporte de mercancías se realizaba a través de los tamemes, quienes eran cargadores que transportaban aproximadamente 23 kg en distancias de 21 a 28 km.  Estos trayectos se sorteaban a pie, por lo que los caminos debían adecuarse a las condiciones humanas y también a las características del terreno que debían ser superadas. La función de estos caminos era conectar a los mexicas con los pueblos que les tributaban y permitir la movilización de los guerreros para el control territorial y extender sus mercados comerciales.

Una vez dominado el Imperio Azteca, el objetivo fundamental era perpetuar el control militar, para lo cual se requerían buenos caminos que permitieran el movimiento y abastecimiento de tropas.

Si bien, los antecedentes del Camino Real de Tierra Adentro se remontan a épocas prehispánicas, fue a partir de la conquista española que se articularon los caminos locales a manera de Camino Real.

Los conquistadores españoles comenzaron a realizar expediciones al norte de la Nueva España, tierra adentro, con el objetivo de conseguir mayores riquezas y el dominio de más territorios. Estas expediciones se realizaron principalmente entre 1525 y 1555 permitiendo el descubrimiento de minas de plata, siendo las primeras, las de Morcillo en 1525, las de Guanajuato 1546 y Zacatecas 1548. Posteriormente los yacimientos de Pachuca 1551, Real del Monte 1552 y Mapimi 1558.

La importancia de la minería fue tal que el Camino Real de Tierra Adentro recibe el nombre de Camino de la Plata.

A partir de la creciente extracción de plata los caminos tuvieron que ser adaptados al peso de los carros que lo transitaban tirados por bueyes o mulas.

El Camino Real de Tierra Adentro se divide en tres regiones diferenciadas: el primer tramo que va de la Ciudad de México a la Ciudad de Querétaro, el segundo corresponde a la zona de yacimientos mineros Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosí y Aguascalientes y, el ultimo tramo corresponde a Durango, Chihuahua, el paso del Norte y Nuevo México.

Guerra de independencia y el México independiente

Durante la guerra de Independencia el Camino sirvió para que las tropas de ambos bandos se transportaran y abastecieran. En algunas zonas estas luchas orillaron a que se paralizará el comercio.

Una vez que México logra su Independencia el Camino Real de Tierra Adentro se convirtió en la conexión de intercambio comercial terrestre desde Missouri hasta Chihuahua y de ahí al sur del país. Este intercambio comercial y cultural se ve interrumpido y finalizado en 1848, con la guerra de intervención Estadounidense, donde México cede gran parte de su Territorio. De esta manera el Camino Real de Tierra Adentro quedo dividido por la nueva frontera establecida entre México y Estados Unidos a lo largo del Río Bravo.

A finales del siglo XIX, se inaugura una de las grandes vías férreas de país, la cual correría desde la Ciudad de México a Ciudad Juárez en Chihuahua, al norte del país. Con ello y la consolidación del ferrocarril, aproximadamente en 1880, el Camino pierde su vigencia comercial y en su gran mayoría quedando en desuso.

CRTA

La ruta no sólo sirvió como el eje articulador de la actividad económica sino como vehículo estructurante de la sociedad. El intercambio cultural que permitió el camino durante más de 300 años entre grupos culturales diferentes generó un vasto legado patrimonial que sigue vigente. El Camino Real de Tierra Adentro es un vivo ejemplo del sincretismo cultural que se dio en México a partir de la conquista.

Conoce más sobre este interesante tema en el trabajo de
José Luis Navarro Mondragón, Puesta en Valor del Itinerario 
Cultural del Camino Real de Tierra Adentro en
Aculco https://bit.ly/3rzMWT0

 

 

 

Historia del Ponche.

En jarrito y con piquete

Por: Yolanda García González

Sin duda alguna, su aroma es el perfume que acompaña los fríos días de diciembre y nos evoca diversos recuerdos y emociones.

El ponche es, desde hace muchos años, una rica herencia de la cocina mexicana. Como tal, está lleno de historias y mestizajes que lo han ido enriqueciendo para convertirlo en la reconfortante bebida que hoy día conocemos.

El ponche
Ponche

Disfrutar una taza de este elixir es hacer un viaje por el tiempo. Si separamos todos los ingredientes que se necesitan para preparar un  ponche, fácilmente podremos ubicar las fusiones que lo han ido componiendo a través del tiempo.

¿Y de dónde viene?

La palabra en sí es un vocablo que proviene del inglés punch, una bebida que se hace mezclando cinco ingredientes: ron, de ahí la costumbre del piquete, agua o té, limón, azúcar y especias. Esa preparación, que conocieron los marinos de las compañías navieras que comerciaban hacia la región de la India, se comenzó a preparar en Europa a mediados del siglo XVII y de ahí, su posible traslado a las colonias americanas.

Tal vez ese no sea el único camino. Las referencias al ponche lo sitúan en  diversas partes del occidente y sudeste de Asia. Esto podría dar otra ruta de entrada de la bebida a nuestro país a través del Pacífico, lo que, por ejemplo, explicaría la incorporación del tamarindo, la canela y las frutas deshidratadas como base de diversas recetas mexicanas.

Ponche, bebida mexicana por excelencia.

Desde luego que el proceso de mestizaje incluye productos propios de nuestra región como el infaltable tejocote o manzana de la tierra como fue descrita por los cronistas del siglo XVI, y la guayaba, una de las frutas ácidas, arraigada en la región mesoamericana.

Otro momento del ponche en México fue durante las primeras décadas del siglo XIX, cuando las nuevas recetas traídas por los ingleses se fueron popularizando en tertulias y bailes de salón. Unos años después, la literatura costumbrista mexicana nos permite ubicar menciones de esta bebida siendo parte esencial de las fiestas aristócratas de la época pero también como un elixir medicinal acostumbrado para combatir el frío.

En los años cincuenta del siglo XX, la moda del ponche vuelve, ahora con una cara más estadounidense. Con base en agua o leche, con o sin alcohol, la bebida se volvió popular, a tal punto, que las familias mexicanas contaban con su propio juego de ponchera y servicio de tazas con estilo chic que presentaban en reuniones y fiestas navideñas.

Ponche y sus ingredientes

Así es como se ha ido conformando una de las bebidas más añoradas de los mexicanos. Con el paso del tiempo, se ha ido creando un maridaje propio de nuestra cultura culinaria, que resume, en sorbitos, siglos de historia y tradición.

 

Fuentres: Ignacio Manuel Altamirano, Clemencia y Navidad en las montañas.

RAE, 2001 https://www.rae.es/drae2001/ponche

 

El Financiero Bloomberg TV

Unesco reconoce labor de app mexicana durante la pandemia por COVID-19
Jessica Ayala, cofundadora de CulturAllez, habló en El Financiero Bloomberg acerca de esta plataforma que busca fomentar la cultura a través de la tecnología.

Agradecemos la entrevista a Ana María Salazar,  Omar y Héctor Jiménez Landín

Te invitamos a conocer y explorar México🇲🇽 Descargando la App 📲

www.culturallez.com

Síguenos en nuestras redes sociales:

#startups #entrepreneur #entrepreneurship #apps #traveltech

#Sumemos esfuerzos por nuestro patrimonio.

Un taquito de historia

un taco de historia

¿Con todo joven? Bella pregunta que al escucharla se convierten en un remedio para cualquier tipo de males.

Los tacos han sido uno de esos placeres presentes a lo largo de la historia de la cocina mexicana. Para Salvador Novo (1996) gran cronista de la ciudad de México durante el siglo XX, los tacos de carnitas pudieron haber sido la primera comida mestiza, pues con la llegada de los españoles se ofreció un banquete con cerdos, tortillas y salsa.

Esta hipótesis, cierta o no, nos puede hacer referencia a una nueva forma de crear un idioma, esta vez, a través del alimento. La fusión de sabores, técnicas culinarias, una gran variedad de ingredientes y teniendo a la tortilla como fiel compañera, el taco se ha ido reinventando a través del tiempo.

Podríamos decir que una de las versiones más antiguas son los tacos de guisado, los cuales aún siguen siendo indispensables para ofrecer comilonas rebozadas entre cazuelas de picadillo, mole con pollo, chicharrón en salsa verde y un sinfín de preparaciones que solo la falta de imaginación nos podría marcar un alto. 

Si nos fijamos detenidamente, existen diferentes horarios para cada tipo de taco: en la mañana encontramos de guisado o los infaltables de canasta; a medio día aparecen los campechanos con papitas y cebolla doradas. Entradas las ocho de la noche nos agasajan uno de cabeza, dos de suadero o uno de lengua sin verdura. Esta tercera variante responde a que durante los años cincuenta del siglo XX, la creciente clase obrera en la ciudad fue la nueva clientela, la cual sería atendida por las manos de los taqueros, ese rol masculino que hasta nuestros días sigue sobreviviendo.

Comer un taco nos conecta con nuestra historia, nos cuenta como han sido los cambios y las continuidades en la forma de prepararlos y degustarlos, por algo hemos creado la forma correcta de comerlos: el brazo en ángulo de 90 grados, la cabeza a 45 y el dedo meñique que ayuda a que no existan fugas y dar un toque de distinción.

En un taco el tamaño y el relleno no importan, lo que debe destacar es lo que nos hace sentir, vivir y recordar cómo por ejemplo ese taco de sal que nos armamos con una tortilla recién hecha. Estas emociones nos permiten comprender la importancia que ha tenido esta preparación para los mexicanos, pues además de ser una comida rápida, económica y balanceada, se ha convertido en símbolo de identidad mexicana.

Por: Yolanda García González

Novo, Salvador, Cocina mexicana: historia gastronómica de la ciudad de México, México, Porrúa, 2010
Pilcher, Jeffrey, “‘¡Tacos, joven!’ Cosmopolitismo proletario y la cocina nacional mexicana”, en Dimensión Antropológica, vol. 37, mayo-agosto, 2006, pp. 87-125

Xochitepec, “En el cerro de las flores”

Xochitepec
Por: Javier Balbuena 

Cuenta la leyenda que en 1890 un habitante del pueblo de Santa Cruz Xochitepec, de Xochimilco, fue apresado en Tlalpan por haber salido después del toque de queda. Obligado a trabajar en el camino real a Cuernavaca, logró fugarse, siendo perseguido desde San Pedro Martir hasta la cima del Cerro de Xochitepec, donde se abrazó desesperadamente a una pequeña cruz que ahí se encontraba, pidiéndole protección. Cuál sería su sorpresa al ver que sus perseguidores pasaron junto a él sin verlo, logrando escapar definitivamente de ellos. En agradecimiento, puso una cruz monumental, con lo que se empezó a venerar desde entonces en ese pueblo a la Santa Cruz.

Xochitepec leyenda
Xochitepec

     Ubicado al sur de la ciudad de México, en la alcaldía de Xochimilco, se encuentra este lugar lleno de historia y cultura. Cerro sagrado desde tiempos prehispánicos debido a su relación con los rituales del agua, la lluvia, la fertilidad y el maíz; funcionó como sitio de observación astronómica, pues desde su cima, durante el solsticio de invierno (21 y 22 de diciembre), se puede ver el nacimiento de Huizilopochtli, dios Sol, que sale detrás del Popocatépetl, generando el efecto de que nace por el cráter del volcán. En este mismo sitio, Tlacaelel, señor de Tenochtitlán, alentó a sus guerreros a entrar a Xochimilco, como preludio a la batalla que sostendrían con los xochimilcas.

    El cerro de Xochitepec es muy distinguible desde casi cualquier punto en que te encuentres en Xochimilco, su mayor distintivo es que tiene en su cima una gran cruz de 8 metros de altura por 4 metros de ancho, adornada con flores y listones de colores que representan ofrendas y peticiones. Su forma, como dijera la investigadora Johana Broda, es la del árbol cósmico, que está ligado al agua, a la lluvia y al cultivo del maíz. Los habitantes del pueblo de Santa Cruz Xochitepec tienen su identidad muy arraigada al cerro, como dador de vida y elemento constituyente de su comunidad. Cada año, durante las festividades de la Santa Cruz, alrededor de 50 personas bajan la cruz monumental por las laderas del cerro hasta la iglesia del pueblo, en medio de un ambiente de alegría. La fiesta se mantiene durante el tiempo que la cruz permanece en la iglesia hasta que es nuevamente subida para ser colocada en la cima. 

Si un día tienes la oportunidad de visitar este hermoso lugar podrás constatar que se trata de un lugar místico, ya que ahí se encuentran y dialogan la cultura y la naturaleza de manera constante. Al subir por sus pendientes notarás que el ruido y la zozobra de la ciudad quedarán disminuidos por una tranquilidad relajante, que se verá maximizada si logras llegar a la cima, pues la vista que ofrece de la ciudad y sus alrededores es única. Ahí es cuando entenderás por qué es un sitio tan importante en la historia y cultura de Xochimilco, el cual merece respeto y cuidado para su preservación.